69. NO ES SOLO UN MAL ENTENDIDO
VICTORIA:
Antes de que pudiera responder, unos toques en la puerta nos interrumpieron. Se giró y abrió de un golpe, sin previo aviso. Isabel se plantó en el marco, nuevamente quebrando cualquier intención de diálogo entre nosotros. Su rostro era delicado y sus gestos la hacían ver orgullosa.
—Riky, no sabía que vendrías —pronunció con voz melosa, mientras sus ojos verde esmeralda brillaban con una intención que apenas podía disimular. Sus tacones resonaron contra el piso de mármol mientras avanzaba—. Qué suerte que lo hiciste. Buenas tardes, señora Victoria.
La suite presidencial resplandecía bajo la luz dorada del atardecer que se filtraba por los ventanales. Las cortinas de seda beige ondulaban suavemente con la brisa, mientras el mobiliario de caoba pulida reflejaba destellos ambarinos. Sonreí levemente y me alejé unos pasos.
Isabel, con su vestido blanco holgado, contrastaba con la decoración sobria de la habitación, un detalle que siempre la hacía ver angelical. Ricardo, qu