Mundo ficciónIniciar sesiónMiré los ojos del señor Alberto Montenegro al tiempo que el camarero servía las bebidas. El whisky brillaba con tonos ámbar bajo la luz tenue del restaurante. Tomé mi vaso y me bebí el contenido de un golpe; necesitaba ese valor líquido. Esta tragedia la podía convertir a mi favor. No por gusto había creado una empresa multimillonaria de la nada; sabía reconocer las oportunidades incluso en los peores momentos.
Era cierto que había cometido un crimen contra Victoria Montenegro, y que me perseguiría toda la vida. Pero también era cierto que a mí me habían drogado igual que a ella. Por lo visto, su esposo Carlos se había confabulado con mi socio Santiago para apoderarse de lo que nos pertenecía a ambos. Me enderecé en mi asiento, decidido a decir toda la verdad. —Señor Montenegro —comencé lo má






