VICTORIA:

Ricardo me sostuvo la mirada por un momento, completamente de acuerdo conmigo, hasta que, finalmente, desvió los ojos hacia mi tío. Guardó silencio sin dejar de mirarme. Podía ver que estaba queriendo cerrar ese capítulo y, por el temblor de su mano al tomar los papeles, supe que había más que no me decía.

—Ellos no solo quieren el dinero ni la fama. Quieren el control. El control sobre lo que tú representas, Vicky —dijo con un tono grave y directo—. Y eso incluye a los bebés. Tenemos que acabar con ellos antes de que acaben con ustedes, como hicieron con tus padres.

No tuve tiempo de reaccionar. Ricardo empujó la silla donde yo estaba sentada y caminó hacia mi tío como un depredador que había sido provocado.

—No los compares. Los Castellanos no harán con nosotros lo que hicieron con los padres de mi esposa —masculló entre dientes—. Su error fue subestimarnos, como lo subestimaron a usted, señor Alberto. Mi familia está segura. Vicky está segura.

—¿Qué quieren decir