Cuando ella despertó estaba en la camilla. Una enfermera le dijo que se había desmayado pero que ya todo había vuelto a la normalidad.
—¿Quién me trajo aquí?
Preguntó. Deseaba que no fuera una alucinación la que miró.
—Uno de nuestros ayudantes en la limpieza te cargó en brazos por el pasillo.
—¿Dónde está él? Quiero agradecerle por salvarme.
Mardeli quería verlo con sus propios ojos y comprobar que sí se trataba de él. Estaba segura de que aquella voz era la suya, nada más que su aspecto había cambiado a uno lamentable.
La enfermera prometió buscarlo.
Mardeli regresó donde su hijo estaba siendo atendido, no era un problema grave, solo un poco de fiebre y gripe asociado al cambio de clima y de ciudad.
Ya debía de marcharse. Pero ella no quería quedarse con la duda, se encontró nuevamente con la enfermera pero esta le informó que el turno de ese hombre ya había terminado y se había marchado.
Los días pasaron, quería regresar nuevamente al hospital para buscarlo pero el ajetreado trabaj