Eduardo se la está pasando fatal. En estos días ha tratado de no acercarse mucho a ella para no presionarla o hacerla sentir incómoda, pero ahora que su fiesta de matrimonio está a la vuelta de la esquina, ha decidido no andarse por las ramas y preparará un plan que lo lleve hasta su chica rebelde.
—¿Qué se te ofrece, padre? —preguntó el muchacho, al ver que su papá ha llegado a la empresa y precisamente ha ido directo a su oficina, acción que le parece rara porque el anciano casi no visita la empresa por estar metido en otras instituciones que también forman parte de su patrimonio familiar.
—Hijo, vengo a recordarte que esta tarde tienes que ir a la sastrería a recoger tu traje de bodas, de paso te traes el vestido que va a usar tu novia. —le anunció su padre, quien en esta ocasión viste un traje de color vino, un color que jamás lo ha lucido y por tal razón, su hijo está a punto de soltar una enorme carcajada, pero no lo hace, a ese hombre él le tiene mucho respeto.
—¿Qué no se supo