Liam se comunicó con Lidia, quien extrañada tuvo que encerrarse en su habitación para conversar con él sin que Emma o Carla escucharan. Sospechaba que su misteriosa llamada tenía algo que ver con su amiga.
—¿Necesitas algo?
—¿Tienes alguna forma de comunicarte con Emma?
La mujer sonrió con triunfalismo al confirmar sus sospechas.
—¿Para qué la necesitas?
—Quiero hablar con ella. Para mí es urgente.
—Ella llegó hace pocos días, se está recuperando de un asunto serio, no creo que sea prudente que la abordes ahora.
—¿Qué le sucedió? ¿Está bien?
—No puedo contarte, solo advertirte que necesita calma.
—¿Está arruinada? ¿Escapa de algo o de alguien?
Lidia torció el rostro en una mueca.
—¿Sigues siendo el mismo insistente de antes?
—Manejo una empresa de construcción. Mi persistencia ha sido mi mejor herramienta de trabajo.
La mujer resopló.
—Escucha, Emma ahora está refugiada en mi departamento. No tiene casa, dinero o trabajo, pero además, se recupera físicamente de una situación difícil por la que tuvo que atravesar. Carla y yo la ayudamos a recuperarse, no vengas a destruirnos el esfuerzo.
Él emitió un suspiro de cansancio.
—Solo quiero retomar el contacto con ella, no reclamarle por lo que sucedió seis años atrás. Además, podría ayudarla también a superar sus conflictos. Tengo medios para eso.
A Lidia le interesó la propuesta. Liam era un hombre a quien le sobraban los recursos. Quizás podría darle trabajo en su constructora.
Eso ayudaría a su amiga a sentirse más independiente y le aportaría una distracción que la alejaría del dolor y el sufrimiento.
—Bien, te daré su número de teléfono, pero llámala en unos minutos, déjame prepararla porque se ha cerrado a todos. No atiende llamadas de números desconocidos ni mensajes de texto.
Él se extrañó por esa información, aunque aceptó la propuesta, desesperado por tener un canal de comunicación directo con Emma.
Una vez que le envió el número telefónico, Lidia salió a la sala para reunirse con las chicas.
—¿Tienes acaso un novio secreto y por eso necesitaste encerrarte en tu habitación para hablar con él? —bromeó Carla.
—Era Liam Hamilton —soltó de golpe, impactando a las dos mujeres.
—¿Liam? —preguntó Emma con el corazón palpitándole con energía, pero por la alegría.
—¿Por qué Liam te llamaría? —quiso saber Carla, confundida.
—Tiene mi número porque él lleva a sus hijos al centro de odontología donde trabajo y quiere hablar con Emma. Como la vio conmigo en el café, sospechó que podría facilitarle un medio para comunicarse con ella.
—¡¿Quiere comunicarse conmigo?! —consulto Emma nerviosa—. ¿Para qué?
—Quizás anhela recuperar tu amistad —propuso Carla.
—Es un hombre con muchos recursos, amiga. Podría darte un empleo en su constructora —propuso Lidia.
Emma se lo pensó un instante. La posibilidad de retomar el contacto con Liam la emocionaba. Cuando él le dio su tarjeta tuvo intención de escribirle, pero sus inseguridades se lo impidieron.
¿Qué iba a decirle? Lo abandonó seis años atrás cerrando todo tipo de contacto con él, rompiéndole el corazón.
Ahora era el suyo el que no se encontraba en el mejor de los estados.
Pero la posibilidad de un empleo le interesaba. Le urgía para recuperar su vida y la confianza en sí misma y el dinero le serviría para independizarse y no depender de la solidaridad de sus amigas.
El problema era que sus miedos le ganaban la batalla.
¿Y si Marco lograba ubicarla encontrándola de camino a su posible trabajo?
¿Qué nuevos problemas tendría con Liam en caso de que su exnovio violento irrumpiera en su empresa para hacer un escándalo?
Ella se moriría de la vergüenza, además del miedo. ¿Estaba preparada para salir de la seguridad de ese departamento?
No pudo pensar más en sus problemas porque su móvil comenzó a repicar sobre la mesa.
«Número desconocido», señalaba la pantalla.
—¿Sería él? —consultó Carla, inquieta.
—Le dije que llamara en unos minutos para así contarte lo que quería —explicó Lidia—. ¡Qué ansioso es ese hombre!
El corazón de Emma palpitó rabioso. Tomó el teléfono y ahora fue ella quien corrió a su habitación para así tener privacidad.
—¿Sí? —respondió con nerviosismo, rogando porque fuese Liam y no Marco.
—Emma, soy yo.
Ese «soy yo» fue suficiente para calmar sus miedos. La voz de Liam seguía siendo estremecedora para ella. Más pausada que antes, pero inconfundible.
—Hola.
—¿Cómo has estado?
—Digamos que bien.
—Lidia me contó que estás en la ciudad recuperándote de una mala situación.
—Es algo difícil de contar. Tal vez nunca esté preparada para hacerlo.
—No voy a obligarte, puedes hacerlo cuando quieras. Solo… me gustaría verte.
Su petición la emocionó, aunque también la llenó de temores.
—No tengo nada para ofrecerte.
—Quizás, sí. Yo también atravieso problemas y me siento ansioso, pero me gustaría que hablemos y así retomar la confianza entre nosotros. Podríamos ayudarnos mutuamente.
Ella dudó, sintiéndose quebrada por dentro.
—Liam… no sé si esto sea una buena idea.
—Quizá no lo sea, pero lo necesito. Ambos lo necesitamos.
Hubo un largo silencio. Emma escuchó la respiración del hombre, igual de firme que antes.
—Está bien, quizás hablar no sea tan malo —dijo al fin—. ¿Te parece vernos mañana, en el mismo café?
—Ahí estaré.
Se despidieron y ella colgó la llamada, pero el eco de la voz del hombre quedó flotando en su mente.
Se sentó en la cama para asimilar lo que estaba ocurriéndole.
No había ido a San Francisco por él, ni siquiera pensó en buscarlo al llegar o retomar la comunicación luego de reencontrarse, pero ahora su cercanía le parecía imprescindible.
Liam había sido muy importante en su vida, su primer gran amor, uno al que había tenido que abandonar no porque le hiciese daño, como Marco, sino porque ella se lo hacía con sus inestabilidades y sus problemas familiares.
Siguió a sus padres hasta Seattle para ayudar a recomponer las roturas que existían en su familia y cuidar de su madre, que en ese tiempo estuvo muy enferma, casi al borde de la muerte. Luego se sintió tan perdida que no supo encontrar el camino de vuelta, hasta que el miedo la empujó de nuevo a ese lugar donde podía conseguir refugio.
¿Sería capaz de hallar consuelo en Liam y de darle a él lo poco que quedaba de ella?