Regina chasqueó la lengua con evidente desaprobación.
—Oh, por favor, Royal. Todos aquí somos adultos. Sabemos perfectamente lo que hacemos. Kisa es una mujer madura, ¿no? Supongo que tiene plena comprensión de la situación. Sabe por lo que está pasando Katherine. ¿O me equivoco?
Royal sintió cómo Kisa contenía la respiración detrás de él. No se giró al instante para ver su expresión, pero podía imaginarla.
Mientras tanto, Regina prosiguió, sin ninguna intención de echarse para atrás.
—No hay necesidad de entrar en detalles innecesarios. No tengo que explicarles con manzanas que Katherine necesita protección en este momento. Se quedará en esta casa, y espero que Kisa lo entienda con la madurez que corresponde. No toleraré caprichos infantiles ni berrinches sin sentido.
Royal apretó los puños pues su paciencia se estaba resquebrajando.
—Lo que no voy a tolerar es que le hables así a la señora de esta casa —declaró, y Regina lo miró con un brillo desafiante en los ojos—. Kisa es mi espo