A MERCED DEL DINERO. C226: ¿Ahora qué se supone que debo hacer?
—Por cierto —agregó Aarón—. Me enteré de que compraste una casa. Y no una casa cualquiera, sino una mansión. Sé que la adquiriste con la intención de vivir allí junto a tu esposa después de casarte, estoy al tanto de esa propiedad.
Richard frunció levemente el ceño, sin saber aún hacia dónde se dirigía aquella conversación, hasta que su padre añadió algo más que, lejos de sonar como una crítica, llevaba un matiz de reconocimiento.
—Solo hay algo que tengo que felicitarte, Richard: Me alegra que la hayas puesto a tu nombre, y que no la hayas registrado a nombre de tu esposa.
Sorprendido, Richard no tardó en responder, casi como si quisiera justificar algo que aún no había hecho.
—Para serte sincero, tenía pensado modificar los papeles —admitió, bajando la mirada por un instante—. Mi intención era ponerla a nombre de los dos, solo que… como todo se hizo tan de prisa, la registré únicamente a mi nombre para agilizar el proceso.
—Te daré un consejo, hijo… no cambies eso. Esa casa es tuya.