A MERCED DEL DINERO. C125: Sí que eres masoquista.
De repente, el mismo joven que le había ayudado a poner la canción se le acercó con cautela.
—Señor… —dijo, tocándole ligeramente el hombro.
Lucas, con los ojos rojos y el micrófono todavía en la mano, lo rodeó con un brazo, arrastrándolo hacia sí con un entusiasmo torpe.
—¡Ahora tú, síguele! —le dijo, acercándole el micrófono a la boca.
El joven se inclinó un poco hacia atrás, incómodo.
—Señor… está espantando a la clientela.
—¿Pero cuál clientela? —cuestionó Lucas, abriendo los brazos con exageración—. ¡Aquí ya no hay nadie!
—En realidad… sí hay algunas personas —corrigió el joven, bajando la voz como si intentara no provocarlo más de la cuenta.
—Bah —dijo Lucas, encogiéndose de hombros—. Les estoy dando un excelente espectáculo, deberían agradecerme.
El muchacho suspiró, con paciencia entrenada.
—Por favor, acompáñeme.
—¿Qué? ¿Qué? —repitió Lucas, frunciendo el ceño—. ¿Acaso vas a echarme? ¿Sabes qué? Ya me han echado de un lugar así. Ya me han echado.
—Señor…
—¡Pues no! —interrump