A MERCED DEL DINERO. C123: Alguien desechable.
Ahora Marfil estaba con Richard. Con el millonario. Con el caballero perfecto. Con el hombre que tenía todo lo que él no. Lucas se imaginaba esa escena una y otra vez —Marfil sonriendo para Richard, entregándose a él, adorándolo— y era como si una mano invisible le arrancara el corazón con cada pensamiento. Se desangraba por dentro, sin gritos, sin lágrimas, pero con una agonía sorda que le apretaba el pecho.
Lo más triste era eso: que Marfil nunca lo había visto. No de verdad. Lo miró, sí, lo besó, lo tocó. Compartieron instantes robados que para él significaron el universo. Pero ella jamás lo vio como un hombre digno de quedarse. Solo como una estación temporal, como un fuego que calentaba mientras llegaba la primavera. Nunca fue el destino. Solo una parada.
Y mientras el mundo a su alrededor seguía girando, mientras los demás reían, bebían, se besaban o cantaban, Lucas seguía allí. Perdido en el mismo lugar donde la quiso por primera vez. Enamorado de una mujer que no era suya.
Luc