Lo cuento y no lo creo, mañana me casaría con Damián. Era inminente, tan inminente que ya había volado a donde mi familia, para tener mi despedida de soltera.Nada muy loco como esa noche en Miami que inició todo esto, pero lo suficientemente divertido como para incluir a todas mis hermanas, primas y amigas. También había podido comprar mi vestido de novia en compañía de todas ellas. Fue un desastre, con un buen final.Sobre mis padres, bueno, mamá es la que más está dando su brazo a torcer. Está creyendo la historia de amor. Mi padre, sólo sé que ha estado conspirando a mis espaldas para conseguir algo en contra de Damián. Con suerte, no encontrará nada malo de él, no en tan poco tiempo a la boda.Sobre Amy, también es otra a la que he convencido de mi historia de amor. En especial, por cómo Damián me ha llenado de regalos costosos y flores por doquier. Creo que casi todos los días hay flores nuevas en el departamento, o algún bombón para comer.Por su trabajo, y el mío, sólo hemos p
¿Qué tan difícil puede ser? Es la pregunta que constantemente se repite en mi cabeza mientras mi estilista me ajusta el velo al moño en mi cabello. Frente al espejo me reflejo con un vestido de novia ceñido a mi figura y con encaje floral. El velo de tul tiene encajes en los bordes que coinciden con el patrón floral.Mi maquillaje y peinado también parecen impecables, incluso por lo larga que es la falda, ni tendré que usar tacones o zapatos incómodos. Así que, me repito, que no debe ser tan difícil casarse en estas circunstancias. ¿No verdad?Escucho muchos gritos detrás de mí, ya sé quiénes están entrando en esta habitación antes de ver por el espejo. Mis seis damas de honor, que eran mis amigas Harper, Ava y Sofía; mi prima Amy; y mis hermanas Lucero y Layla.Quienes gritaban eran Harper, Ava, Sofía y Layla en una competencia de elogios. Todas tenían una copa de champagne en la mano. Me volteo para que la competencia continúe.—Te ves como si un ángel hubiera caído d
Al saberme acorralada pedí al cielo que alguien me salvase, pero de todas las personas tenía que ser… Dan. ¿En serio Dan el día de nuestra boda? ¿Con mi padre presente? Me siento a poco de vomitar con este encuentro. Dan ha entrado sonriente viendo alrededor de toda la habitación, que sí tenía mucho que ver, después mira a mi padre y cuando me ve a mí.Se pone a llorar.¡Se pone a llorar!Mientras él se limpia las esquinas de los ojos viéndome como si fuera un hada del bosque, mi padre frunce su ceño y lo ve como cualquiera vería a un extraterrestre. Me levanto del susto a pretender que esto es normal.—Amoor. No llores. Por eso te dije que no quería que me vieras antes de la ceremonia — estoy cerca de él tocando su pecho.Dan se recompone, me sonríe de forma que me hace erizar la piel. Se ve tan ilusionado.—No me podía resistir a verte. ¿A quién le importa las viejas tradiciones? Eres una obra de arte, la mujer más bella de este planeta, y serás mi esposa — menciona pegándome de su
La música estridente, la gente saltando a mi alrededor y el alcohol que recorre por mis venas en esta fiesta no me hacen sentir como yo. Lo cual me fascina. ¡Esta es mi primera noche de locura y rebeldía! Acabo de graduarme de la universidad y estoy celebrando con mis amigas en este club playero en el corazón de Miami. —Estamos reunidas aquí para celebrar un momento triste y alegre al mismo tiempo. Nuestra Leonora abandonará el nido y se irá a trabajar a la ciudad que nunca duerme, Nueva York. A su salud — celebra Harper. Todas alzamos nuestros shots, los chocamos y bebemos hasta el fondo. Harper y Ava se ríen; a Sofía y Amy el tequila les está afectando. A mí solo me prende más, pido otra ronda de shots. —Lelo, ¿no crees que no deberías beber tanto? — aconseja Amy susurrándome al oído. Típico de Amy, mi mejor amiga y prima, cuidarme por ser la mayor. Pero lo que se le ha olvidado es que ya tengo 23 años de edad, soy una mujer legalmente y este es mi grito de libertad. —¡Quién ten
En mi estómago se mezclan los nervios usuales de un nuevo trabajo y las ansias por aprender lo más que pueda parada aquí, frente el gran rascacielos de Goldstein Investments. Entro en una recepción que no parece tener final y al anunciarme a la recepcionista me da un pase de entrada provisional que guindo de mi cuello. Llego al piso de recursos humanos y me dirijo a la oficina de la reclutadora, no sin antes darle una sonrisa breve a Amy. Ella me pica el ojo para continuar con lo que está haciendo en su escritorio, trabaja aquí, y fue quien me avisó que estaban buscando a más personal. Entro en la oficina, no soy la única nueva. Hay cuatro personas más junto a las que tomo asiento después de dar los buenos días. Desde aquí la reclutadora que se llama Natasha nos da una charla introductoria de la empresa, y su historia. Después habla independientemente con cada uno de los nuevos. Los asigna a que vayan a un piso diferente y hablen con los encargados. Yo soy la última que queda con ell
Bueno, actualización. Estoy en la calle actualmente después de haber sido escoltada por dos guardias de seguridad de la oficina de Damián Goldstein. El impacto de haber sido escoltada de un sitio como ese, es muy grande como para procesarlo rápido. La mirada del resto de los empleados viéndome con pena mientras todo esto ocurría y yo aguantándome las lágrimas, está para ese rincón de mi memoria en el que almacenamos los momentos más vergonzosos de la vida. En pleno shock es que he pedido un taxi, y en pleno shock es que la gente me pasa por el lado sin importarle a nadie quién soy. Nadie aquí sabe que soy Leonora Brown y que vengo de la familia que vengo. Chequeo la app para ver por dónde va mi taxi y viene tan lento por el tráfico, que me pongo a caminar para acercarme yo a él. Quise pensar por estos días que esa noche no había acontecido, que no me había acostado así de fácil con un desconocido y dejado seducir con palabras obviamente falsas de amor. Quise seguir con mi vida sin r
Se suponía que estaría abriendo mis alas en una nueva vida. No encogiéndolas ante la terrible vergüenza e ira que me está consumiendo. Ver al hombre con el que pase la noche más mágica que hubiese tenido, poniendo un rostro de absoluto pánico al recordárselo. El cambio de sus expresiones es tan drástico, que es doloroso. —Déjanos a solas — pide Damián imponente a Natasha. Si pienso que ella se negará, eso queda desestimado muy rápido. Natasha ya se está parando y esquivándonos para salirse de su propia oficina sin chistar. —Tómense el tiempo que quieran — se despide. Veo la puerta por la que se fue, después veo a Damián que va a sentarse a la silla de Natasha. Como si esta fuese su oficina, aunque si Rowan es su abuelo, y él tiene un puesto tan grande para la edad que aparenta, eso hace más sentido. No le calculo más de 30. —¿Todos tus empleados te temen? ¿Qué clase de jefe eres? — pregunto desconcertada. —Uno que no quieres tener. ¿Para qué la insistencia? — responde de mal hum
La vida corporativa no debería ser una novela. Es la única certeza que tengo en la cabeza mientras veo cómo esta mujer grita y se esfuerza para que no la saquen de la oficina. Ya no es un solo empleado, son dos los que la están jalando de la cintura para que no entré. Estoy, paralizada. —Muévete, yo llamaré — me gruñe Damián quitándome el teléfono de la mano y marcando — Suban, sáquenla ya. ¡No es a la señorita Leonor, es a otra más! ¡Apúrense! Ni puedo recordarle a mi odiado jefe que ese no es mi nombre, la mujer en cuestión demuestra tener la fuerza de un caballo. Se suelta de los hombres y viene a aferrarse a mi brazo. —¡Tienes que ayudarme! ¡Mi hijo no tiene la culpa de los errores de su madre! —Disculpa, pero yo no puedo ayudarte… — digo intentando que me suelte. Si espero que mi maravilloso jefe me saque a esta mujer de encima, me equivoco, él se levanta de la silla y nos da la espalda. Parece que se la pasa con migraña. —¡Sí puedes ayudarme! ¡Convéncelo de que se haga la