El dolor en la nuca de Sam había disminuido a un sordo latido cuando abrió los ojos. Estaba en el interior de un coche, y reconoció que sería una de los todoterreno que habían llegado junto a christian. Sintiéndose capturada y engañada, abrió la puerta empujando a un hombre armado que despistado, cayó de bruces al suelo. Se dispuso a correr pero la mano firme de Christian la detuvo.
—Tranquila Sam, estás a salvo. Discúlpame, el hombre que te golpeó pensó que eras una intrusa o una espía de la mafia.
—¿Dónde estoy? —preguntó asustada intentando zafarse del agarre.
—Si no me equivoqué, estamos cerca de Fabio. Cálmate, Sam. De verdad. Todo está bien.
La soltó y ella aún ansiosa por correr, miró alrededor. Nadie parecía acercarse a ella ni mirarla como un enemigo. Uno de ellos se acercó pidiéndole disculpas. Había sido el culpable de dejarla inconsciente y confesó que Christian casi lo mata por haberla tocado.
No pudo evitar sentirse algo más aliviada.
—¿Dónde está Iván?
—Estará den