Envenenada.
Las palabras resonaron en mi cabeza una y otra vez, imposibles de creer.
¿Envenenaron a Kiara?
Sentí que el piso se movió debajo de mí.
Alguien intentó matar a Kiara, a mi mujer.
—¿Envenenada? —repetí, tratando de asimilar las palabras—. ¿Está cien porciento seguro?
—No fue un accidente, señor Westwood —El rostro del doctor era profesional, su voz calculada—. Usaron un veneno letal y muy peligroso. No son esas intoxicaciones leves que vemos a veces por alimentos en mal estado. Esto… Esto fue intencional. Si hubiera llegado tan solo un minuto después, temo que la habríamos perdido. La toxina atacó los glóbulos rojos y produjo derrames estomacales. Estaba a nada de morir ahogada por su propia sangre y temo que la persona que hizo esto, sabía perfectamente lo que pasaría. Querían darle una muerte dolorosa, ya que si simplemente hubieran querido matarla y ya, se me ocurren otros diez venenos más conocidos e indoloros.
No sólo la querían muerta, la querían ver sufrir.
La