Al entrar al salón de al lado, todos se me quedaron viendo, como si tuviera un bicho en la cara. Pero la chica, cuyo nombre desconocía, me llevó hasta donde estaba la profesora, la cual tampoco conocía.
Las clases eran variadas y uno podía elegir el orden en que las veíamos. Y sinceramente esta, no me llamó la atención. Prefería retratar sentimientos, objetos que hagan apologías a poesías, a cánticos. Retratar personas… no era lo mío.
La mujer me trató con mucha amabilidad.
—¿Alguna vez has sido modelo en una clase de arte o algo que se le asemeje? —preguntó.
—No, nunca.
«Prefería tragar tierra» quise decir, pero me resistí.
Era más de las que se escondían de las personas, no quienes posaban frente a un grupo mixto de futuros artistas. Las cosas que estaba dispuesta a hacer con tal de no explicar ante un grupo de personas la razón por la que dibujé un monstruo.
—Ten, un poco de té para que te relajes —Me ofreció uno de los alumnos, quién debió darse cuenta que estaba temb