El corazón me latía a una velocidad abismal y sentía que mis pulmones se quedaban sin oxígeno, pero mis pies no se detuvieron. Avancé escaleras arriba y corrí por el pasillo, sin saber si cualquiera de los dos hombres se les ocurriría perseguirme y arrancarme la cabeza.
«Yo, Kiara Banks, había amenazado a mi intimidante esposo en presencia de mi cruel padre»
¿Acaso no valoraba mi vida? ¿De dónde había sacado ese valor? Mi madre siempre había sido mi motor para resistir todas las injusticias en silencio, pero jamás pensé que lograría enfrentarme a ellos, llevarles la contraria y mucho menos amenazarlos.
Mis piernas se movieron por si solas al único lugar de esta mansión que había considerado mi refugio en estos últimos tres años. Mi habitación. Había sido mi prisión, pero al mismo tiempo, el único lugar donde había conseguido paz donde creí que viviría un tormento constante.
Abrí la puerta y la cerré detrás de mí con más fuerza de la que debería, cerrándola con seguro. Sabía que es