Capítulo 12: No dejaré que me toques.
Los ojos de Alexander se oscurecieron. Seguía viéndome, pero al mismo tiempo… Sabía que esa mirada no iba dirigida a mí, sino al monstruo que estaba abajo, en el salón principal. Solo con escuchar su nombre, los moretones en mis mejillas palpitaban.
—Ese maldito imbécil —gruñó mi esposo, soltándome—. Quédate en esta habitación. Ni se te ocurra salir.
—Alexander, ¿qué piensas hacer?
Pero no me respondió. Salió de la habitación, dando un portazo.
Esto no era nada bueno. No. ¿Qué hacía mi padre aquí, amenazando? Se supone que me encomendó la tarea de convencer a Alexander de no hundir su empresa. Su presencia solo empeoraría la situación y me costaría aún más solucionarlo.
¿Acaso mi padre no confiaba en mí?
Volteé los ojos, percatándome de mis estúpidos pensamientos. ¡Por supuesto que él no confiaba en mí!
Mi mano tomó la manija de la puerta, las palabras de Alexander resonaban en mi cabeza. Sabía que esperaba obediencia de mí parte, pero así como mi padre no confiaba en mí,