Nos llevó un momento recuperarnos cuando terminó, y el primero en hablar fue Ray.
—¡Felicitaciones! ¡Buen trabajo!
—¡Gracias, Ray! —Me volví hacia los chicos con una mueca—. ¿No les parece que sonaba como fría?
—¿Fría? —repetiste, riendo por lo bajo—. Sonó de mil demonios.
Jero hizo una mueca pensativa que solía ser el preámbulo de uno de sus sí-pero. —Sí, pero… no sé… no se sentía como siempre.
—Oh, pero eso es porque no están habituados a escucharse a sí mismos en una grabación —replicó Ray con naturalidad—. Nunca sonará como cuando la tocan en vivo. Siempre sonará mejor, y al mismo tiempo como si le faltara un poco de fuerza. Pero es así. No crean que es una versión pobre. Es sólo una versión diferente.
—Una versión profesional —agregaste.
—A mí me gusta —dijo Valeria convencida.
—A mí también —coincidió Laurita.
—¿Y tú, Nahuel? —preguntaste—. ¿Te gusta?
—Definitivamente.
—Eso es lo que importa —dijiste