—¡Liz! ¡Está Nahuel por Skype! —llamó Melody desde la planta alta.
Stu sonrió al escuchar los pasos de Elizabeth repiqueteando escaleras arriba.
Su corazón latió un poco más rápido, al mismo tiempo que experimentaba una inesperada sensación de alivio al ver la llamada entrante. ¿Casualidad? ¿O complicidad del chico para garantizarles un rato tranquilos?
Se tomó un instante para saborear el eco de ansiedad antes de atender, una mano en el mouse y la otra contra su boca, como si así fuera a borrar la sonrisa de alegría y anticipación que agitaba sus labios.
Su dedo se movió un centímetro y ese movimiento tan simple, tan nimio, borró miles de kilómetros y meses de silencio.
Ahí la tenía, frente a él, con una sonrisa insegura y los ojos brillantes. Un poco enrojecidos, confirmando lo que él sintiera un par de horas atrás. Pero brillantes y expresivos. Como siempre. Como si nada hubiera ocurrido. Como si hubieran hablado por última vez el día anterior. Como si se hubieran despedido en los