Mundo ficciónIniciar sesiónCristian no me dejó terminar de hablar, para variar. Me interrumpió para reírse de lo que llamó mi manía controladora y mi pésima costumbre de buscarle la quinta pata al gato.
—Las canciones suenan como siempre —afirmó, levantándose como si hubiera escuchado una alarma en su cabeza.
—Como siempre en los últimos tres meses —lo corregí, sin dar el brazo a torcer—. No como los más de tres años anteriores, ni como el disco que vos mismo produjiste. Y no hables como si supieras, porque desde Cosquín que no venís a un ensayo.
—Imperdonable, me tomé un mes para hacer otras cosas.
—Eso son más de quince ensayos, que es muchísimo.
—Con verlos en vivo me alcanza.
—Entonces sos más sordo de lo que yo creía.
Dejó la discusión en el aire para ir a darse una ducha.
La espontaneidad era su enemiga jurada y vivía en guerra sin cuartel contra ella. Así que se bañaba religiosamente quince minutos después de tener sexo, nunca se dejaba ver desnud







