Mundo de ficçãoIniciar sessãoÉl asintió desviando la vista. La migraña y el cansancio limpiaban la voz de C de toda emoción. Sonaba aburrida, indolente, como si expusiera con tedio algo obvio y que no tenía nada que ver con ella. Y su actitud lo irritaba. Necesitaba algún tipo de reacción realista, palpable: dolor, furia, insultos, lágrimas, ternura, cualquier cosa menos esa fría indiferencia teñida de superioridad.
—¿Entonces esto es todo? —gruñó malhumorado.
—¿Y me lo preguntas tú a mí? —replicó ella con una risita breve y seca, y al fin apartó el brazo y volteó la cara para enfrentar su teléfono.
—Pues sí.
—Lo siento, Stewart, pero no me corresponde a mí responder. Aunque imagino que de acuerdo a tus propias reglas, tú ya respondiste de sobra. —Le dedicó una sonrisita odiosa







