La vio, la escuchó, la sintió.
Era fuego y era frío. Era furia y era plenitud. Era la música que él conocía de memoria y las palabras que no comprendía. Que no precisaba comprender, porque aunque no hubiera sabido la letra en inglés, su voz vibrante en su propio idioma bastaba para estremecerlo. Iba y venía, su camiseta negra de Slot Coin con la bandera argentina, sus tenis gastados, sus jeans cortados en las rodillas. Una intensidad desconocida, nueva, vibrando en su voz firme. Sus ojos casi líquidos en la luz rutilante del escenario, que no permitía sombras en su expresión endurecida, rabiosa.
Stu la contemplaba atónito, sus ojos de sueño incapaces de apartarse de ella, su aliento de sueño suspendido, su piel de sueño erizada mientras intentaba no retroceder ante aquella avalancha de emoción y energía.
Terminó End y la gente gritó y aplaudió. C saludó y habló un poco, con esa soltura suya que se afianzaba cuanta más gente la escuchaba. La banda largó con Heart y ella retrocedió, com