Un momento después volvía a estar en línea con Mariano, y a juzgar por lo que escuchaba, Beto y Jero lo habían dejado solo.

—¿Qué onda este Diego, Ceci? —preguntó de inmediato.

—Un divino absoluto. Tranquilo como Jero y divertido como Beto. A medida para nosotros, Marian.

—Eso que dijo Beto de las dos guitarras…

—Es una buena idea, no me lo podés negar. Ninguna banda tiene dos guitarristas intercambiando roles. Diego no está para ser primera guitarra solo. No le podés pedir que haga brillar Hesitation, pero hay que ver lo que hace en End. La nueva versión de Run la hice con él.

—Ah, mirá, no sabía. Y Run quedó muy bien. Bueno, habrá que conocerlo. ¿Y vos creés que se puede confiar en que tome el compromiso y la responsabilidad?

—Si lo conozco, volvió a Buenos Aires porque allá las cosas están más duras que nunca. Todavía no debe tener ningún laburo firme, y eso es lo que más le importa. Podríamos dárselo nosotros. Si tiene asegurado con qué