NARRADOR:

La mañana después de regresar a Milán, la suite de la mansión se convirtió en una sala de negociaciones de vida o muerte. Liana había exigido la anulación del matrimonio y la devolución de su vida; Lucifer se había negado, usando la amenaza de la venganza de Isabella como su último y más sucio argumento.

​Lucifer, recién vestido, su herida aún pulsando, se apoyó contra el marco de la puerta. Su postura era de control absoluto, pero Liana podía percibir la desesperación tormentosa.

​—La deuda de la Casa D'Angelo contigo está saldada —declaró Liana, parada en el centro de la sala —Tienes el Código asegurado. Tienes la clave de desactivación. Tienes el control total. Ahora, me voy.

Liana le dijo con securidad y giro su cuerpo directo a la puerta, sus manos vacias, no de llevaba nada, lo único que le importaba era su libertad.

​—Y caminas directamente a las manos de Isabelle Mancini —replicó Lucifer, su voz baja y cargada de advertencia —Ella no te perdonará que la ha