La reunión con Gonzalo Medina y Silvia Ríos se concertó en la sofisticada oficina de Gonzalo, en el distrito financiero de Madrid, lejos de la calidez bulliciosa de La Latina. El ambiente era de acero y cristal, un contraste brutal con el aroma a masa madre y especias que Sofía llevaba impregnado en la piel. Mateo, con su traje impecable, parecía en su elemento, pero Sofía se sentía como un pez fuera del agua, observando a Silvia con una mezcla de recelo y una punzada de celos apenas disimulados.
Gonzalo fue al grano. —Mateo, Sofía, la propuesta es la siguiente. Grupo Gastronómico Gades está dispuesto a invertir una cifra significativa en "El Sabor del Amor". Hablamos de cinco millones de euros.
Los ojos de Mateo se abrieron con sorpresa. La cifra era jugosa, un salto gigantesco para su negocio. Sofía, sin embargo, sintió un escalofrío. Demasiado dinero, demasiada implicación.
—A cambio —continuó Gonzalo, con una sonrisa amplia—, queremos un cincuenta y uno por ciento de las acciones