Mateo se debatía. Las promesas de Beatriz eran un canto de sirena poderoso para el chef que él había sido, para la ambición que siempre lo había impulsado. La oportunidad era inmensa. Pero miró a Sofía, y vio la tristeza en sus ojos.
—Mi legado ya lo estoy construyendo aquí —dijo Mateo—. Con Sofía.
—Un lastre, Mateo —dijo Beatriz, sin piedad—. Un lastre encantador, sí. Pero un lastre al fin y al cabo para tu verdadero potencial. Piensa en ti. En tu nombre. En lo que podrías ser. Alejandro lo sabe. Por eso quiere verte crecer.
La mención de Alejandro hizo que Mateo se tensara. El plan de sabotaje, la forma en que lo habían usado para herir a Sofía… todo se agolpó en su mente.
—Alejandro no quiere verme crecer —dijo Mateo—. Quiere destruirme. Y tú, Beatriz, está siendo su cómplice.
Beatriz se sobresaltó, su sonrisa se desvaneció. —¿De qué habla?
—Sé lo del mensaje, Beatriz. El que se envió a Sofía. El plan para que ella creyera que yo la traicionaba. Y sé que usted forma parte de este j