—Jamás me atrevería a cuestionarlo, jefe. Pero... —Gavin tragó saliva antes de continuar con cautela—. ¿Qué haremos con su prometida… y su familia? También están los que aún viven en la antigua residencia. Si su padre se entera, podríamos...

—Si es algo que no debe saberse, asegúrate de que no se sepa —interrumpió Marcus con frialdad, clavando su mirada helada en él—. Rubí podría no estar dispuesta.

Gavin se quedó en silencio. Lo había entendido todo. Su jefe no pretendía mantenerlo en secreto por miedo a las repercusiones externas, sino porque temía que la señorita Gibson rechazara la idea si se enteraba. Lo demás… claramente le era irrelevante.

—Haz los arreglos necesarios por ahora. Yo me encargaré del resto —ordenó Marcus. Las opiniones ajenas nunca le habían importado.

Aun así, sabía que aún no era el momento. No permitiría que nadie pusiera en peligro la seguridad de Rubí o le causara más problemas.

Lo que realmente deseaba era obtener el certificado de matrimonio cuanto antes.