Él respondió con suficiencia:
—Sí, Zoey es mi hermana, y voy a defenderla.
Resopló levemente y arqueó las cejas, mirándola con aire de superioridad, claramente satisfecho de sí mismo.
Rubí lo observó con incredulidad, casi sin poder creerlo.
—¿Zoey es tu hermana? Entonces tú eres… ¿el príncipe Leonardo?
Se rumoreaba que el príncipe gozaba de mala salud y que, por esa razón, la mayor parte de los asuntos de la familia real recaían sobre Zoey. Rubí no esperaba que este príncipe fuera tan… inmaduro.
No se enojó. Al contrario, lo vio como lo que era: un niño caprichoso. Desde la perspectiva de la familia York, era cierto que ella había “robado” el prometido de Zoey, así que, en cierto modo, podía entender su postura.
Negó con la cabeza, divertida, y le dedicó una sonrisa burlona:
—¿Es esta la única táctica que tiene Su Alteza?
—¿Qué? —frunció el ceño, sorprendido por la insolencia de Rubí.
Ella notó cómo la ira iba cubriendo poco a poco el rostro juvenil y hermoso del príncipe, y eso solo