Rubí dio un paso atrás, algo a la defensiva, y prosiguió con una sonrisa desafiante:
—El señor Mayasson no era tan irritable y sanguinario como tú. Él era como una caña resistente al viento, mientras que tú eres como el sol abrasador. Pasaron los años y creó tres brazaletes distintos, todos con devoción y pasión. El primero se llamó Amanecer, símbolo de que su amor renacía, como la primera luz del día. A los treinta años, tras el matrimonio de su amada, le regaló ese brazalete en su primer reencuentro. El segundo fue Luna Nueva, representando que, aunque no podían estar juntos, su amor seguía intacto, como la luna en el cielo, siempre presente.
Hizo una pausa antes de continuar:
—A los cincuenta años, en su cumpleaños, le entregó el tercero, llamado Crepúsculo. Simbolizaba que, aunque envejecieran, su amor seguía siendo firme e inquebrantable. Fue su último regalo antes de morir. Devoto, apasionado y constante. Si algún día logras igualar esa devoción, estaré satisfecha… y no tendré m