Rubí entendió que no podía permitirse perder la calma. Si se enojaba o retrocedía, saldría derrotada. Con una sonrisa irónica, replicó:
—La señorita Zoey es, sin duda, una princesa con un estatus honorable. Cuando habla y actúa, se nota que es distinta al resto.
El apellido York era sinónimo de nobleza en Xeston. Aunque la familia real ya no gobernaba, seguía siendo reverenciada, con un linaje que se remontaba a miles de años atrás. No era de extrañar que los ancianos Maxwell vieran en Zoey la oportunidad perfecta de afianzar poder y prestigio.
Rubí recordó a Sabrina Jensen: siempre se había presentado solo con ese apellido y jamás había mencionado el de su esposo, porque pertenecía a la familia York. Ahora, al enfrentar a Zoey en persona, Rubí comprobaba que la diferencia de estatus entre ambas era abismal. Aun así, se mantuvo firme.
—La señorita Gibson es realmente lista —respondió Zoey, recuperando rápidamente la compostura tras la sorpresa inicial—. Si sabes quién soy, entonces de