—Que esté confabulada con personas de la familia Maxwell —respondió Marcus con un suspiro—. Es difícil protegerse de los traidores dentro de casa.
El ceño de Rubí se frunció al escucharlo, quedándose en silencio.
—No te preocupes, las cosas aún no han llegado a ese punto —añadió Marcus, encendiendo un puro entre los dedos y observándolo sin darle una calada—. Tarde o temprano, me ocuparé de ella.
Rubí lo observó pensativa.
—¿Podría ser... que ya tengas un plan?
Marcus sonrió con frialdad.
—Tú misma lo dijiste: si ella pudo aliarse con alguien de la familia Maxwell, ¿por qué no podría yo encontrar a alguien de su familia que la deteste y le haga la vida imposible?
Rubí se quedó atónita. Tras un momento, asintió.
—Tienes razón.
No en vano lo llamaban Satanás desde joven; estaba a la altura de su reputación.
Marcus soltó una risa breve.
—Se suponía que esta noche debía ser agradable. Después de todo lo que pasó, mejor no hablemos más de esos asuntos desagradables. Ya he dicho lo que debí