Rubí lo miró y dijo con calma:
—Quentin, no tienes por qué culparte. Es una excelente mentirosa, y cualquiera habría caído en sus palabras. Nadie espera que alguien llegue al punto de hacerle esto a su propia hermana.
Ya no mostraba el aura fría e intimidante de antes; su tono era despreocupado y tranquilo. Quentin dejó escapar un suspiro de alivio. Temía haber quedado mal, pero las palabras de Rubí lo tranquilizaron.
Poco después llegó la ambulancia y se llevó a Marcia.
En cuanto se marchó, Rubí llamó a Eva para explicarle la situación. Con el estado de su hermana, no podía quedarse sola en el hospital, debía estar acompañada.
Eva quedó impactada al escucharla. Rubí distinguió el ruido de pasos, como si buscara un lugar apartado, y entonces la voz de su madre se volvió más baja, cargada de temor:
—Rubí... ¿la familia Maxwell castigará a tu hermana?
—Ya se lo dije y lo sabrán cuando la interroguen. No te preocupes, no arrastrará a la familia Gibson con ella. La enviaron al hospital y