Erika se quedó mirando de los pies a la cabeza a Diana, encontrándose con una mujer que en su opinión era más elegante y refinada de lo que se había podido imaginar. Observó sus ojos verdes, su abundante cabello rubio bien cuidado. Era una mujer evidentemente hermosa, de una clase social alta.
Mientras, Diana por su lado, también la miró dándose cuenta de lo que había dicho Alexander; que parecía ser una mujer descuidada y con adicciones. Era evidente que algo le pasaba a Erika; su rostro mostraba rastros de noches mal dormidas y su piel no tenía brillo. Su ropa no se veía nada limpia, estaba un poco desordenada, como si la hubiera usado varios días seguidos.
Erika todavía estaba bastante confundida sobre la identidad de su misteriosa interlocutora. Fue la primera en hablar, con una impaciencia a flor de piel.
—Cuando se comunicó conmigo creí que era uno de esos prestamistas llamándome de otro teléfono. Me asusté demasiado, y también me enojé porque todavía no se cumple el plazo para