Valeria estaba aterrada. La noche cayó sobre el hospital y la habitación de lujo se sintió como una celda. Las palabras de Alexander la perseguían: "estamos casados", "estás embarazada de cuatrillizos". Pasó la noche con la almohada empapada en lágrimas, y durante los días siguientes, el miedo le impidió mirar a Alexander a los ojos. No podía explicar por qué, pero algo en su interior le decía que no confiara, que algo más se ocultaba en esa historia.
Y de pronto, una noche, en medio de la madrugada, todo volvió. Las piezas del rompecabezas se unieron en su mente con una fuerza brutal. Se despertó sobresaltada, el corazón martilleando en su pecho. La imagen de la boda, el vestido, Dina con el arma, el grito, el disparo, y la caída... todo le golpeó de golpe.
Su cuerpo tembló de los pies a la cabeza. Lo que había recordado era tan diferente a lo que Alexander le había contado. No, ella no estaba casada con él. No eran esposos. La verdad que él le había ocultado era mucho más oscura. Ah