Alexander estacionó su auto con una habilidad increíble y se bajó de él rápidamente. Entró al hospital como un huracán, esquivando a enfermeras y pacientes. Desesperado por encontrar al doctor, preguntó en la recepción, pero la mujer le explicó, con voz monótona, que el cirujano se encontraba en medio de una cirugía. En ese instante, Alexander supo que estaban operando a Valeria de nuevo. El terror lo paralizó. No le quedó de otra que dirigirse a la sala de espera y aguardar, rogando en silencio por un pronóstico positivo.
Diana y Alejandro salieron del consultorio del doctor, con los rostros llenos de una confusión que no sabían cómo manejar. Todavía intentaban procesar la verdad que el doctor les había revelado. Al ver a Alexander en medio de la sala, trataron de recomponer sus expresiones.
Alexander levantó la vista, reconociéndolos de inmediato. Se puso de pie.
—Señora y señor Beaumont. ¿Desde cuándo se encuentran aquí?
—Estamos aquí desde hace algunas horas —respondió Alejandro,