Alexander regresó al cabo de un rato, pero la perturbación no lo había abandonado. Era demasiado para procesar; la revelación, el desastre, el trauma. Demasiado. Alejandro y Diana se levantaron rápidamente al verlo, pero él les hizo una seña para que volvieran a sentarse. Se ubicó en su lugar, y sus padres, Marina y Adam, lo miraron con atención, sabiendo que su hijo todavía estaba aturdido por lo que acababa de enterarse.
Alexander levantó la mirada, conectando con Diana.
—Supongo que tienen una explicación para todo esto —exigió—. No pueden decirme de pronto que son los padres de Valeria. Hay pruebas. ¿Cómo es que ella resultó ser su hija? No lo comprendo en absoluto.
Diana y Alejandro se miraron. Tenían que responder a esa pregunta, tan lógica.
—Es entendible que te sientas de esa forma —dijo Diana—. Hay algo que no le hemos contado a nadie. Ni siquiera a tus padres aquí presentes. Alejandro y yo pensamos que teníamos que decírselo ahora que nos hemos enterado. Ahora que hemos enco