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Alexander, luego de la llamada telefónica con Leo, sintiéndose extrañamente más seguro y aterrorizado a la vez por el plan, se dirigió a la habitación. Al entrar, se dio cuenta de que Valeria estaba acostada en la cama, con los ojos cerrados, parecía dormida. El hombre, por primera vez en varios días, se acostó a su lado, sintiendo cómo el colchón se hundía bajo su peso.

Valeria, en realidad, no estaba dormida profundamente. Había sentido perfectamente cuando él se acostó a su lado y la cama se había movido. Sin embargo, se había quedado en silencio, inmóvil, todavía pensando en la cena compartida y en la extraña y repentina actitud de Alexander, esa disculpa que sonaba tan sincera.

Finalmente, cerró los párpados con fuerza y se concentró en el descanso, deseando que la mañana llegara pronto.

A la mañana siguiente, se levantó un poco más agotada de lo normal. Cada día sabía que sería más difícil para ella, puesto que no era sencillo llevar un embarazo como el suyo, que ya estaba bas
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