[FRANCESCO]
La noche cae sobre Suzuka con una calma que podría engañar a cualquiera. El ruido del circuito quedó atrás, pero mi cabeza sigue acelerada, como si todavía estuviera dando vueltas.
El hotel es silencioso. Demasiado.
Sofía está sentada en la cama, con la espalda apoyada en el respaldo, una manta cubriéndole las piernas. Tiene el cabello húmedo, recién duchado, y el rostro cansado. No enfermo. Cansado. Como el de alguien que sostuvo demasiado durante el día.
Yo no me separo.
Le acerco un vaso de agua. Después una galleta. Después el control del aire acondicionado. Después la almohada.
—Francesco… —dice por fin, mirándome con una mezcla de ternura y paciencia—. Estoy bien.
—Tómate otro sorbo —respondo—. Despacio.
Ella obedece, pero al dejar el vaso sobre la mesa me toma la mano.
—Amore —dice, suave—. Respira.
Me quedo quieto y es que no me había dado cuenta de que estaba conteniendo el aire.
—No puedo evitarlo —admito—. Hoy… cuando desapareciste de la radio… sentí algo que nu