70. CELOS
[FRANCESCO]
La noche en Las Vegas brilla como un espejismo sin fin. Las luces de neón se reflejan en los ventanales del salón donde la escudería organiza la cena. Todo está dispuesto con una perfección casi incómoda: mesas largas, manteles blancos impecables, copas que centellean bajo la luz cálida de las lámparas.
Tomo asiento en mi lugar asignado, forzado por el protocolo. No es casualidad. Lo sé en cuanto veo que Sofía está unos lugares más allá de mí… junto a William. Siempre junto a él.
Intento concentrarme en el murmullo de las conversaciones, en el clink de las copas, en la voz del jefe técnico que habla sobre el plan para la Q1. Pero no puedo. Mis ojos vuelven una y otra vez a Sofía. A la forma en que inclina ligeramente la cabeza para escuchar lo que William le dice al oído, a esa sonrisa pequeña que no sé si es cortesía… o algo más.
Me obligo a no mirar, a no dejarme consumir por esa imagen, pero el esfuerzo es inútil.
—Francesco, ¿qué te pareció el rendimiento del motor en