Eva Davies

Ocho meses después.

Quedan exactamente tres semanas para que finalice el plazo, y desearía tener la certeza de que podré cubrir el monto estimado. Aún no lo sé. Mañana me reuniré con Keleer para confirmarlo.

Nikolaus ya ha cumplido lo prometido: logró recuperar los quinientos millones de dólares y dejó a los Royce en la ruina. Nadie desafía a los Hoffman sin pagar el precio de quedarse sin nada.

—Buenos días, cariño —dice sonriendo, rodeándome con sus brazos.

Niklaus duerme plácido en su cuna. Me asombra pensar que hemos pasado un año completo en esta casa. Sophie se vino con nosotros hace ya seis meses; la necesitaba más de lo que me atrevía a admitir.

Marie y Scott vinieron cuando celebramos el cumpleaños de mi pequeño, pero no han vuelto desde entonces. Y, en el fondo, lo prefiero así: es la manera más segura de mantener a raya a Adán y al resto de mi familia, que siguen intentando acercarse a mí a través de Marie. Me buscan para vender la casa, para pedir perdón, para