Una traición, una promesa y una venganza.
Jimena tomó su móvil con manos temblorosas. Estaba desesperada. No podía perder su trabajo, llevaba dos años trabajando para los Whote y nunca había tenido inconvenientes hasta que apareció la niñera. Todo era su culpa, su desgracia y sus problemas, todo se debía a ella.
Marcó el número de Jane sin pensarlo dos veces. Ella era la única que podía salvarla, y también quien la había metido en aquel maldito lío.
El teléfono sonó una, dos… cinco veces. Justo cuando estaba a punto de colgar, escuchó al fin la voz al otro lado de la línea.
—¿Qué quieres, Jimena? —preguntó Jane con parquedad.
—¡Señora Jane! Tiene que ayudarme —dijo, casi llorando—. La inútil de Tatiana descubrió que fui yo quien rompió el vestido de la niñera. ¡Si el señor Ethan se entera, me va a echar! Me va a echar, señora.
—¿Y qué pretendes que haga? —replicó Jane, con una frialdad única—. No pensarás que voy a decirle que fui yo, solo para salvarte, ¿verdad?
—¡Pero fue usted quien me lo pidió! —replicó Jimena—. Y