Juliette salió del camerino decidida a contarle toda la verdad a Ethan. Decirle que todo aquello fue un plan orquestado por su madre y que necesitaba su ayuda.
Sin embargo, al doblar por el pasillo, se topó con Mariela, su compañera de espectáculo y la madre de Danna. La mujer venía secándose las lágrimas con el dorso de la mano.
—¿Qué te pasó? —preguntó Juliette, deteniéndose de inmediato.
Mariela respiró hondo antes de responder:
—La niña está un poco enferma —murmuró en un hilo de voz— tuve que dejarla con mi hijo mayor para poder venir a trabajar esta noche. —sollozó— No me quedaba otra opción.
Juliette sintió un nudo en el estómago. Sabía que la situación con la pequeña Danna era delicada, y aquella confesión le pareció una clara e inequívoca señal de lo que debía hacer.
—Vamos a mi camerino. Creo que puedo ayudarte. —dijo acercándose a Mariela.
No reveló todos los detalles, solo lo suficiente para convencerla de aceptar su propuesta.
—No tienes que responderme ahora.