—Lo… lo siento —Jazmín balbuceó.

Apretó los labios, sintiendo sus mejillas arder de la vergüenza aunque también se sentía molesta consigo misma.

—Necesitaba lavar mi ropa y… no pensé que usted vendría hasta aquí.

Ethan bajó la mirada, tratando de recuperar el control, apenado por no haber evitado mirarla. Asintió levemente.

—No quería incomodarte. Tampoco sabía que estaba aquí. Escuché ruidos y vine a ver.

Ella asintió también, intentando encontrar dentro del cesto de ropa algo con que cubrirse. Lo primero que encontró fue una camisa blanca para cubrirse.

—Jazmín —susurró.

—¿Sí? —preguntó sin mirarlo. No se atrevía a verlo a la cara nuevamente.

Él dio un paso más hacia ella, tan cerca que casi podía sentir su respiración.

—¡Gracias! Gracias por cuidar de mi hijo y por soportarme.

—No se preocupe, me paga por ello —susurró.

Ethan guardó silencio. Jazmín tenía suficientes motivos para hablarle de aquel modo.

—No fue mi intención humillarla. Me dejé llevar por la desesp