Jazmín podía sentir la barba incipiente de aquel asqueroso hombre raspando sus mejillas, mientras se movía de forma perversa y frotaba su miembro contra su vientre. Ella intentó zafarse pero fue inútil, la fuerza de él era superior a la suya.
—Eso, dime. Te gusta verdad —susurró a su oído pasando su lengua por su cuello.
De forma instantánea, Jazmín recordó uno de los videos de defensa personal que estuvo viendo durante esa noche para aprender como defenderse de los maleantes; y puso en práctica una de las técnicas trilladas, pero efectivas. Levantó una de sus rodillas y golpeó con fuerza entre sus piernas asestando justo en sus testículos. El hombre soltó un quejido de dolor y se llevó las manos hacia su zona íntima, mientras ella sujetaba la olla de agua hirviendo y lo amenazaba con echársela encima si se acercaba.
—Aléjese o le lanzó esta olla.
De pronto, el hombre comenzó a gritar diciendo que Jazmín quería robarlo y lo estaba atacando. Uno de los inquilinos se asomó desde