Ethan no logró dormir durante toda la noche. La idea de tener una hija a la que no conocía, le generaba una profunda ansiedad además de tristeza. De ser cierto, estaba seguro de que Jazmín no lo perdonaría y seguramente terminaría alejándose de él.
Por primera vez, Ethan supo –en carne propia– lo que era ser juzgado por sus errores del pasado.
Al amanecer, se incorporó de la cama y fue hasta el baño. Necesitaba una ducha bien fría para espantar el letargo que venía apareciendo en ese momento. Minutos más tarde, salió de su habitación listo para ir a trabajar. Antes de bajar las escaleras fue a la habitación de su hijo, sólo para darle un beso como lo hacía desde que nació.
El niño, aún dormía. Con ternura se inclinó para besar su frente.
—Hasta más tarde, campeón —murmuró y salió de la recámara.
Bajó las escaleras, fue hasta la cocina. Soledad ya tenía su taza de café recién servida. Ethan la tomó con afán y sin hablar mucho, salió rumbo a la empresa.
Apenas entró a su ofi