Esa noche volvió a ocurrir lo mismo.
Estaban casi terminando de cenar cuando Bella apareció caminando como si nada.
Kath le lanzó una mirada que decía: «te lo dije» y su esposo se puso serio.
—Veo que ya puedes caminar —dijo William en voz alta, pero Bella no se dio por aludida y él repitió—: Bella, veo que ya puedes caminar sin problemas.
La mujer, al ver que le hablaba a ella, se acercó caminando con sensualidad hasta colocarse junto a Will.
Mariana y Kath se miraron, la cocinera frunció el ceño y negó con la cabeza, pero Kathleen ya no pensaba repetirlo más.
Ella le había contado a su marido lo que pensaba, de lo que se había dado cuenta y lo incómoda que se sentía. Si aún sabiéndolo, a él no le importaba, no pensaba hacer nada más.
Que asumiera las consecuencias.
—Sí, el doctor dijo que no me había hecho daño y que seguro me dolía porque el golpe era reciente. Aunque me continúa doliendo aquí. —Señaló su muslo y se lo acarició subiéndose el uniforme.
—Muy bien —pronunció Will con