La confirmación.
Otra ronda de tragos llegan y Raúl decide permanecer en el asiento frente a ella, admirando su belleza, con la esencia de sus besos en sus labios. Nunca se había sentido así, no desde los recuerdos borrosos de aquella noche…
Viendo a la mujer contrariada, no puede más que sentirse intrigado, pero también arrepentido. Porque no es hasta ahora, con el silencio entre ellos, que recuerda a su novia, Madison.
Nunca le había sido infiel. Ni siquiera cuando se dio cuenta de que ya no la amaba. Y esto realmente le pesa.
Aclarando la garganta, mira hacia el centro de la pista, donde por suerte no estuvieron, ya que todos pudieron haber visto ese beso de, ¿cuánto? ¿Dos minutos y medio?
Joder, la tensión en su cuerpo no desaparece ni porque recuerda a su novia.
—No puedo dormir con usted, señor Meléndez —declara con sinceridad Beatrice, cansada del silencio.
Raúl siente entre decepción, incredulidad y alivio. Las dos primeras porque es evidente que su cuerpo responde a ella de formas que no sabe