Un baile y un beso.
—Yo también creo que Valentina es afortunada por tenerla, señorita Durán…
—Hago… lo que puedo.
Ambos brindan con sus vasos vacíos, y ríen por eso. La nostalgia se les esfuma cuando ven el brillo en los ojos del otro.
Raúl no se tarda en avanzar.
—Como los padres solteros que somos, en una noche así… ¿No deberíamos estar disfrutando?
Beatrice se pasa un mechón por detrás de la oreja, nerviosa. Deja su copa en la mesa y se aclara la garganta.
—Señor Meléndez, aunque no lo crea, estoy disfrutando esta charla.
Él sonríe.
—Yo también. Pero tengo el presentimiento de que… Si nos quedamos aquí, hablaremos más de nuestras hijas o nos desviaremos a los negocios. Y aunque, la primera opción no me desagrada, repito: somos padres solteros y esta noche es… Para celebrar, así que… —Se levanta, cauteloso, imponente cuando se para frente a ella y le extiende la mano—. ¿Le gustaría bailar conmigo, señorita Durán?
Beatrice contiene la respiración. No aparta la mirada de la suya, y su mano cobra vida pr