Capítulo 43: La leyenda.
En el silencio de la noche sin luna, los lobos guardan sus aullidos ante el temor de ser escuchados por aquellos que llegan con la niebla y gobiernan en las mas terribles penumbras, la existencia inmortal pasa lenta y pasmosa, dejando a sus hijos entre nostalgias perdidas y sentimientos de vacíos.
En aquel ataúd de oro y plata, dormido entre sus mortajas y con sus cabellos tan blancos y prístinos como la nieve en las montañas, el primer inmortal vigilaba el mundo con sus ojos cerrados. Alguna vez había tenido una madre, un padre y un hermano, cuando la tierra aún era virgen y la miel nacía de entre las rocas blancas, sus pies aun humanos recorrían los muchos caminos de los vastos territorios sin explorar.
Amor y sacrificios hacia el Dios que todo lo gobierna, y los celos que brotaron como la hiel desde lo más profundo de su corazón latiente…si, él había errado; él había enfurecido al Dios del cielo quien lo rechazó después de cometer el primer pecado en la tierra del exilio, y su cast