Capítulo 37: Miedos.
Narra la autora:
La camioneta había retomado su marcha, sin embargo, Elikai Kingsley mantenía sus ojos y sentidos bien abiertos…aquella voz que tan solo él había escuchado, le había lanzado una advertencia, una que no tomaría a la ligera. Su tío lo miraba como si estuviese demente, pero el, estaba completamente seguro de lo que había escuchado.
—Elikai… — musitó Dalila que parecía recién despertar de aquel sueño profundo en el que había caído al salir de la vieja mansión Kingsley.
Sosteniéndola entre sus brazos, el rey licántropo apretó a la hermosa joven de ojos rosados contra su pecho. No sabía quién era aquel hombre cuya voz se hizo presente, pero no le permitiría acercarse a su amada.
Dalila abrió sus ojos que se encontraron con los de su amado. Aquellos hermosos ojos de amatista y de oro, eran los únicos a los que ella quería mirar eternamente. Acariciando el rostro de Elikai, Dalila derramó lagrimas…el, era real, no estaba soñando, el calor de su rostro, el palpitar tranquilo de