Punto de Vista Madison
Esa noche me fue extremadamente difícil conciliar el sueño. La imagen de mi amado Maximiliano postrado en esa camilla, esperando su propia recuperación, no dejaba de rondar mi mente. Tragando entero, recordé todo lo que la familia y yo habíamos averiguado. A partir del siguiente día, pondría todo en práctica. Resignarme a la idea de perderlo no estaba en mis planes, especialmente ahora que dentro de mi vientre se estaba formando una réplica suya, un pequeño ángel que iba a necesitar de su padre.
Abracé mi vientre y el llanto llegó de nuevo. Lloré a mares, sintiéndome impotente, pero al menos después de eso, logré quedarme dormida.
Al siguiente día, antes de que amaneciera, ya estaba lista para ir al hospital. Guardé algunas cosas en una cartera y me disponía a salir cuando Mía me tomó del abrigo. Me giré para verla y me sorprendí al darme cuenta de que ya estaba completamente lista, bañada y cambiada. Lucía preciosa, con un vestido rosa y un listón en el cabell